El nombre de la Virgen del Pino se remonta a finales del siglo XV

Los nombres de la advocación fueron evolucionando. Se habló de la "Virgen de Terore", de "Nuestra Señora de Septiembre" o de la "Virgen de la Natividad", pero ninguno de esos títulos logró desbancar al más querido y popular: Virgen del Pino

EL PINO 202507/09/2025JOSÉ LUIS JIMÉNEZJOSÉ LUIS JIMÉNEZ
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Nuestra Señora del Pino I Foto: Ayuntamiento de Teror

La devoción a la Virgen del Pino nació en Teror a finales del siglo XV y pronto se convirtió en uno de los símbolos espirituales más fuertes de Gran Canaria. A medida que la fe en la imagen crecía, también lo hacía la necesidad de un templo mayor.

Así, en 1608 se inauguró la nueva iglesia de tres naves, donde la Virgen ya recibía a los peregrinos que llegaban, a pesar de los complicados accesos a la Villa. Durante las obras, la imagen permaneció en la ermita de San Matías, donde incluso se fundó en 1599 la cofradía del Rosario.

El fervor se expandió rápidamente por toda la Isla. La imagen fue llevada en procesión a Las Palmas en 1607 para pedir lluvia, y esa primera rogativa abrió un ciclo de 19 bajadas a lo largo del siglo XVII. Cada vez que había sequías o calamidades, los grancanarios confiaban en el amparo del Pino, consolidando su fama de protectora.

En paralelo, fueron llegando donaciones y gestos de fe. Uno de los más recordados fue el de Gregorio García, que en 1594 entregó un Cristo Crucificado para la iglesia de Teror, confirmando el vínculo de los fieles con este santuario mariano. Incluso en momentos críticos, como la invasión holandesa de 1599, la Virgen del Pino era ya vista como intercesora y símbolo de resistencia espiritual.

Los nombres de la advocación también fueron evolucionando. Se habló de la "Virgen de Terore", de "Nuestra Señora de Septiembre" o de la "Virgen de la Natividad", pero ninguno de esos títulos logró desbancar al más querido y popular: Virgen del Pino. Ese apelativo, ligado al relato de su aparición y al árbol que la resguardaba, quedó grabado en la memoria colectiva desde los primeros años y se ha mantenido vivo durante más de cinco siglos.

El título de Nuestra Señora de Septiembre, en referencia al mes en que se celebra su fiesta, el día 8, aparece por primera vez en 1576 en las cuentas del mayordomo Gonzalo Hernández, durante la visita del obispo Cristóbal Vela. A lo largo del siglo XVII, este nombre se repite varias veces y puede considerarse equivalente al de Nuestra Señora de Agosto, vinculado a la festividad de la Asunción de la Virgen el día 15. Posteriormente, en 1631, el obispo Cámara y Murga introdujo el título de Nuestra Señora de la Natividad, adecuado desde el punto de vista litúrgico, ya que coincide con la celebración de la Virgen del Pino el 8 de septiembre, según el Calendario Litúrgico. Este título se mantuvo en uso hasta mediados del siglo XVIII.

Sin embargo, ninguno de estos nombres logró sustiruir al más antiguo y profundamente arraigado entre el pueblo y la Iglesia Diocesana: Nuestra Señora del Pino. Desde finales del siglo XV, este título ha perdurado sin interrupción, consolidándose como la denominación histórica y popular que ha acompañado a la devoción a la Virgen a lo largo de más de 500 años. Hoy, como ayer, el Pino es mucho más que una devoción religiosa: es un símbolo de identidad para todo un pueblo.

Noticias de Gran Canaria I La Gaceta de Gran Canaria

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